En busca del superordenador
La Universidad Politécnica de Valencia inviste en Alcoy como doctor honoris causa a Juan Ignacio Cirac, referente mundial en computación cuántica
El teatro Calderón de Alcoy ha acogido este jueves el acto de investidura del físico Juan Ignacio Cirac como doctor honoris causa por la Universitat Politècnica de València. El nombramiento se aprobó hace dos años a propuesta del Instituto Universitario de Investigación de Telecomunicaciones y Aplicaciones Multimedia, dentro del proyecto de campus de excelencia internacional compuesto por la Universitat de València, la Universitat Politècnica de València y la delegación valenciana del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Juan Ignacio Cirac dirige la División Teórica del Instituto Max-Planck, el buque insignia de la investigación de excelencia alemana. Cirac es experto en física cuántica y uno de los autores más citados en su campo, que estudia el mundo microscópico, lo que es infinitamente pequeño más allá de las partículas y las moléculas, los átomos, los electrones y hasta los núcleos.
“En ese nivel, empieza otro mundo distinto, muy extraño, que solo vemos con equipos extraordinarios, en el que las leyes de la física funcionan de otra manera. Si conseguimos tener acceso y dominar los elementos como hacemos con el mundo macroscópico, podremos, por ejemplo, procesar y enviar grandes cantidades de información de manera más eficiente, más barata –pagando menos en la cuenta de teléfono- y completamente segura, de forma que ningún hacker la podría descifrar”, ha explicado Cirac en la rueda de prensa previa al acto.
De acuerdo con sus teorías, en un futuro no muy lejano, se podrá construir un computador cuántico, dotado con una potencia infinitamente mayor que la de un ordenador actual. “Nos permitirán hacer cálculos extraordinarios que, de otra forma, la humanidad jamás será capaz de hacer”.
Sobre la diáspora de talento científico que sufre España en este momento, Juan Ignacio Cirac ha comentado que “salir fuera es lo más normal y siempre es positivo. De los que se marchan, algunos vuelven y otros hacen carrera en el extranjero. Y pasa igual con los científicos que vienen; algunos se quedan. En mi caso concreto, ha servido para que mi trabajo tenga más reconocimiento y más visibilidad. Esto es diferente de las personas brillantes que quieren volver y no pueden, porque no se les dan las oportunidades necesarias”.
La trayectoria de Cirac es magnífica: en 2006 obtuvo el premio Príncipe de Asturias con sólo 41 años, en 2010 recibió la prestigiosa Medalla Benjamin Franklin y, en 2013, fue galardonado con el premio Wolf en Física, considerado la antesala de los Nobel. Sobre su profesión, Cirac ha destacado que “es importante que los jóvenes sepan que, para vivir bien y ser feliz, no hace falta ser economista o banquero. La investigación es uno de los mejores trabajos que se puede tener. Cuando los científicos hablamos, se nos ve en la cara que estamos contentos, que disfrutamos con nuestro trabajo y se nota la pasión que ponemos. Y ello debe servir también para atraer a los alumnos hacia esta profesión.”