La Magenta atruena
Los tambores de pasión de Almassora marcan el camino del lugarteniente de la media luna, creador de su propio diseño de reminiscencias otomanas
Retumbará para siempre en la memoria de Alcoy el paso del alférez de la filà Magenta, Santiago Carbonell. Será recordado por el estruendoso paso del centenar de componentes de los tambores de pasión de Almassora. Tambores de guerra han sonado, como lo hacían en la película de El Cid, para atemorizar al pueblo cuyo destino condenaba a ser conquistado.
La figura de Ibn Yusuf, llefado a la península para apoyar a los reinos de taifas frente a los cristianos, la ha representado el alférez, creador de su propio diseño al igual que la mayor parte de su séquito. El joven lugarteniente ha portado un traje de claro carácter otomano, con una pechera metálica que ha contrastado con la delicadeza del bordado de la túnica.
No menos impactante que la vestimenta ha sido la carroza, arrastrada por esclavas. El colofón a esta creativa propuesta ha sido la interpretación, entre otras, de Moros i Cristians, una delicia de marcha compuesta a principios del siglo XX por Camilo Pérez Monllor.