Aniversario del 1 de octubre
La Columna - (martes, 02 de octubre de 2018)
Catalunya acaba de conmemorar el primer aniversario de su supuesto referéndum del 1 de octubre. Un año después las heridas entre las dos Catalunyas siguen resquebrajándose sin que se vea una solución a corto plazo. Una mitad independentista intentó hace un año imponer un referéndum con un resultado ya decidido de antemano, saltándose la legalidad y los procedimientos pactados por todos.
Imagínense que un Gobierno central con una escueta mayoría absoluta intenta cambiar la Constitución aunque no alcance la mayoría de consenso que requiere la propia ley; eso hizo el bando independentista, obviar su propio Estatut, que había sido pactado por dos tercios de su cámara, y ordenar con un 47 % de apoyos su independencia. En el otro lado, el Ejecutivo central del PP respondió de la peor forma, con violencia sobre población civil. No solo fue un acto inhumano sino que aún separó todavía más las dos mitades de Catalunya e infló el argumentario independentista.
Transcurrido el año, vemos como hay dos frentes que se radicalizan cada vez más y acusan al otro con argumentos de brocha gorda de quién es más nazi o más violento. Tanto monta o monta tanto. Una compañera me comentaba que recientemente encontró gente en Barcelona que se niega a hablar catalán aunque lo conozcan. Es decir, de la Catalunya plural e integradora se ha pasado a dos sociedades que no quieren relacionarse y que entre las mismas se ven como extrañas.
En círculos más nacionalistas de València se quiere ver que todos los que apoyan a Ciudadanos o al PP son unos fachas intolerantes; habría que recordar que esta gente vive en los barrios de trabajadores del cinturón de Barcelona y que votaban antaño a partidos de izquierdas. Pero en una batalla de dos frentes los puntos de vista intermedios quedan silenciados y gente que había aceptado la cultura que la había acogido ahora se ve huérfana. Esperemos que el nuevo sentido común que intenta imprimir Madrid no llegue demasiado tarde.