Capitanas y favoritos
La Columna - (jueves, 12 de septiembre de 2019)
La Asociación de San Jorge acaba de hacer una innecesaria exhibición del don de la inoportunidad. Su decisión de incluir en sus estatutos un párrafo prohibiendo que las festeras usen el traje masculino de su filà es una represalia (muy mal encubierta) contra las pioneras de la irrupción de la mujer en la Fiesta y ha tenido la rara virtud de devolver al foco de la actualidad el principal problema de nuestros Moros y Cristianos, recordándonos que este conflicto eterno sigue sin resolverse.
La extemporánea intervención del Casal acaba de un plumazo con la versión oficial en torno a la integración femenina. Cuando estábamos todos prácticamente convencidos de que el contencioso había entrado en fase de solución con el histórico desfile de escuadras femeninas en las Entradas y en la Diana, con el acceso de centenares de mujeres a las filaes y con la implantación masiva de los trajes femeninos, llegan los responsables jurídicos de la Asociación y nos recuerdan que todavía hay mucho, muchísimo camino por recorrer.
Nadie puede negar que en las últimas dos décadas se han dado pasos muy importantes, pero sería un error de bulto afirmar que con esta sucesión de arreglos se ha cerrado la polémica de forma definitiva. Esto no se acaba -así nos lo recuerda Fonèvol con su ejemplar insistencia de gota malaya- hasta que las mujeres puedan participar en la Fiesta en igualdad de condiciones que los hombres: o lo que es lo mismo, con el traje oficial de la filà si lo desean y accediendo a las escuadras de los actos oficiales cuando les toque y sin tener que esperar una eternidad o a un gesto de magnanimidad por parte de compañeros.
Habría que ir un poco más lejos y afirmar que esto no se acabará hasta que haya una capitana con su favorito, una niña ejerciendo de Sant Jordiet y unas cuantas “primeres trons” con mando en plaza. Puede que estas hipótesis de futuro nos parezcan ahora una broma de mal gusto o un objetivo imposible. Sin embargo, conviene tener memoria y recordar que hace sólo 30 años la mayoría de los alcoyanos habríamos tomado por loco a alguien que nos hubiera planteado la remota posibilidad de una escuadra de mujeres bajando por San Nicolás.
La normalidad se abre paso de forma inexorable y al final la lógica acaba imponiéndose.