En solitario
La Columna - (jueves, 14 de marzo de 2019)
Entre pitos y flautas, Alcoy lleva treinta años perdiendo habitantes. A lo largo de este periodo de tiempo, hemos tenido gobiernos municipales de todos los colores políticos y ninguno de ellos ha sido capaz de frenar la sangría demográfica. Esta situación ha creado entre la opinión pública una sensación de fracaso colectivo; un sentimiento perpetuo de nostalgia de aquellos días felices en los que la industria atraía a miles de inmigrantes.
Llevamos tanto tiempo estrellándonos con esta realidad, que valdría la pena hacer un esfuerzo y buscarle un nuevo enfoque al problema. Alcoy siempre se ha encarado en solitario con la pérdida de población. Los diferentes diagnósticos que se han elaborado sobre esta situación se han hecho como si fuéramos un ente autónomo situado fuera del mundo. Nunca se ha tenido en cuenta que somos una ciudad ubicada en un territorio muy concreto con una problemática común entre todos sus municipios.
En primer lugar, habría que llamar la atención sobre una circunstancia altamente significativa. La pérdida de habitantes de Alcoy coincide con un momento de la historia valenciana en el que las grandes inversiones públicas se concentran en las áreas costeras y abandonan las zonas del interior. Esta asimetría geográfica es el fruto de una visión deformada de la economía, que centra todos sus esfuerzos en sectores de resultados rápidos como el turismo, la construcción y los servicios, mientras desprecia las complejidades de la industria.
Mientras esperábamos un milagro que nos devolviera a los días más gloriosos de nuestro siglo XX, en los despachos de poder de Valencia y Alicante se estaba dibujando un nuevo mapa de la Comunitat en el que esta ciudad y estas comarcas apenas pintaban nada. La explicación a este agravio es bien simple: no han contado con nosotros, porque no teníamos ninguna influencia. En las últimas tres décadas se pueden contar con los dedos de una mano los políticos alcoyanos o de la comarca que han tenido algún peso real en el escenario autonómico o provincial. Mientras los grandes lobbys de empresarios turísticos se movían para conseguir infraestructuras, nuestros dirigentes patronales mostraban una inexplicable reticencia a cruzar las fronteras comarcales. Por si esto fuera poco, los escasísimos proyectos colectivos creados para reivindicar nuestro protagonismo dentro del territorio autonómico, como el Consorcio de las Comarcas Centrales, han permanecido paralizados durante años.
Mientras en la costa y en las grandes capitales se construían AVEs, autovías, universidades, parques temáticos o auditorios de ópera, aquí seguíamos dándole vueltas a las miserias del tren Alcoy-Xàtiva. En medio de este panorama, lo extraño sería que Alcoy hubiera ganado habitantes. Es como intentar vender un quinto piso sin ascensor y con una cocina para reformar.