Feminismo y democracia contra
La Columna - (miércoles, 16 de enero de 2019)
Un reportero preguntaba ayer a un candidato de la nueva formación de ideología predomocrática si conocía el número de mujeres protegidas en Adanlucía por estar amenazadas por sus exparejas. El susodicho ignoraba este dato, el periodista le informó que son ni más ni menos que 15.000 y le señaló que cómo puede pedir la derogación de la ley de violencia de género cuando desconoce estas cifras. Estas declaraciones de un político del partido antidiluviano constata las manipulaciones que ha lanzado contra el feminismo aprovechándose de las redes sociales y del dinero extranjero, claro el extranjero rico, el pobre a su país. Acusa de supremacista sin sonrojarse al feminismo cuando la desigualdad de género en materia laboral y familiar sigue siendo un hecho. Unas familias con apellidos de abolengo defensoras del antiguo régimen intentan penetrar en las mentes de la sociedad vendiendo la imagen de unn hombre agredido. Las cifras de mujeres muertas por sus maridos son incontestables, según todos los organismos oficiales, y ya son dos en en este primer mes de año. Uno en su profesión recuerda cómo un hombre mató a su suegro porque no pudo localizar a su expareja, quien estaba escondida gracias a la ley de violencia de género. Fue contra quién pudo...Por eso es indignante no solo escuchar opiniones políticas más propias de la dictadura, sino que haya gente supuestamente moderada que les compre el discurso. No, son lo que son y su objetivo es recuperar esa ideologia rancia que quedó relegada con la llegada de la democracia. Representan un ataque a la libertad y, ante tal ataque, más que nunca hay que hacer piña con el feminismo. El movimiento igualitario nos dio una lección de modernidad el pasado 8 de marzo y ahora lidera el frente contra el pasado. No hay diálogo contra los que ponen en cuestión los avances de 40 años. Y es injusto comparar al nuevo extremismo con independentistas. Me es indiferente que un partido no quiera estar en España, lo que a uno le importa es que defienda los valores democráticos. Mi país o bandera son símbolos indiferentes si se utilizan para dividir o para intentar llevarnos a épocas que parecían olvidadas. O se vinculan a la democracia o no valen.