Franco
La Columna - (lunes, 14 de octubre de 2019)
La exhumación de Francisco Franco ya no tiene vuelta atrás y España, con cuatro décadas de retraso, retira los honores que aún retiene la figura el dictador a través del Valle de los Caídos. Solo un grupo reducido de nostálgicos cuestiona esta medida. Reconforta, cabe decir, la imagen de la Guardia Civil impidiendo a los nostálgicos acceder al Mausoleo.
No obstante, todavía hay partidos políticos que consideran que la exhumación aviva heridas y enfrentamientos del pasado; pero todo lo contrario, es una decisión que consolida las estructuras democráticas y que hace justicia con la libertad y la historia de este país.
Decir que se defiende la democracia y a la vez criticar la salida de Franco del Valle de los Caídos, la verdad que no casan muy bien. En la Transición, los demócratas no exigieron una causa generalizada contra el franquismo por el bien de la convivencia y la consolidación de la democracia, pero en pleno 2019, mantener a cargo del erario público un lugar dedicado al ensalzamiento de un dictador es una distorsión democrática.
Dejemos solos e ignoremos a esos nostálgicos que representan la España de blanco y negro y que añoran un régimen que represaliaba y encarcerlaba al que pensaba diferente. El Valle de los Caídos es una rémora muy difícil de explicar en otros países de la Unión Europea.