Homenajes y amnesias
La Columna - (lunes, 13 de enero de 2020)
Ha pasado un mes desde el fallecimiento de Pep Cortés y el único homenaje público que ha recibido el actor y director alcoyano se ha desarrollado en un teatro de Barcelona. Algún día, algún especialista en sociología escribirá un tratado de investigación sobre la extraña relación que mantiene Alcoy con sus hijos más notables. Los alcoyanos somos raros para este tipo de ceremonias y cuando se trata de trata de reconocer a alguna de nuestras figuras oscilamos entre la indiferencia más vergonzante y la sobreactuación más empalagosa.
Antes que nada, hay que tener muy claro un hecho incontestable: estamos ante un personaje público de primer rango; ante uno de esos homenots que surgen a la larga en una determinada comunidad y que contribuyen a enriquecerla con su aportación personal y con su talento. Pep Cortés era hijo de los años dorados del teatro en Alcoy, estuvo metido en todas las grandes aventuras escénicas de esta ciudad y desarrolló una carrera singular, que le permitió combinar una constante presencia en la escena nacional y autonómica con el mantenimiento de su compromiso con sus raíces teatrales alcoyanas. Nadie puede negar que una figura de esta envergadura se merece un homenaje; o lo que es lo mismo, algún tipo de acto público que nos sirva para honrar su memoria, para difundir su legado y para aprender de una biografía llena de momentos ejemplares.
Hasta el momento, nada. Ni las instituciones públicas, ni el mundo del teatro alcoyano han abierto la boca para apuntar alguna iniciativa de este tipo. El temor a encontrarnos ante una situación tan impresentable como la que acompañó a la desaparición del gran Alejandro Soler empieza a cobrar fuerza y con él crece la sospecha de que Alcoy pueda estar construyendo una de esas amnesias colectivas inexplicables a las que tanta afición tiene.
Superado el paréntesis de la locura del ciclo navideño, perfecta excusa para todo tipo de dejaciones sociales y culturales, llega el momento de montar un gran homenaje a Pep Cortés. La obligación es doble: además de reconocer la calidad humana y profesional del actor, la ocasión serviría para reflexionar sobre uno de los momentos más destacados de la historia cultural de Alcoy.
Ya estamos tardando.