Normalidad o extremos
La Columna - (martes, 09 de abril de 2019)
Esta semana nos hemos despertado con la dimisión de una secretaria de Estado de Donald Trump. Al parecer era débil con la inmigración; separar a los hijos de sus padres o recibir las olas de desesperados en la frontera americana con gases lacrimógenos no era suficiente para Trump. Este inicio de la columna de hoy viene a colación ante los mensajes simplistas y populistas que intentan abordar cuestiones complejas y que parece que atraen a parte de la sociedad española a un mes de las elecciones generales. Trump prometió mano dura con la inmigración y los ríos de inmigrantes siguen intentando llegar a Estados Unidos, por una simple razón: se mueren de hambre en sus olvidados países. Aquí, ese nuevo partido nacionalpopulista que nos ha tocado promete levantar un nuevo muro en Melilla. Ya vemos la respuesta de la inmigración en Estados Unidos. Y así y todo. Repiten el mantra de la unidad de España pero rehuyen los debates para no descubrir su verdadero ser. En unos momentos de crisis económica los mensajes simples de los extremos parecen atractivos; pero la historia sirve para algo y solo hay que ver lo que sucedió en el siglo pasado. Las democracias iniciaban entonces su paso y no estaban consolidadas como ahora, pero la normalidad de estos 40 años puede irse al traste si dejamos que el futuro del país acabe en manos de un nacionalpopulismo que, entre otras cuestiones, pide ilegalizar partidos que no piensan como ellos, o eliminar pensiones, sanidad y educación públicas. El debate de la nación es una excusa para devolvernos a la España de hace 40 años.