Nos pasó rozando
Las noticias son como las cerezas: tiras de una y es imposible no llevarte otra enganchada. El anuncio de que la Diputación de Alicante busca fórmulas para reabrir el hotel de Xorret de Catí, un paraje natural muy popular ubicado en Castalla, nos devuelve a la memoria el frustrado proyecto del ente provincial para construir un establecimiento de estas mismas características en la Font Roja.
Si se miran las hemerotecas, se comprueba rápidamente la accidentada historia del hotel de Castalla, que lleva cerrado cerca de ocho años por imponderables relacionados con su escasa rentabilidad económica y con su mala gestión, tanto pública como privada. La existencia de este edificio en desuso, que fue una antigua residencia de trabajadores de la RTVE, ha acabado por convertirse en un problema para la Diputación, que con toda la buena intención del mundo busca salidas airosas para rentabilizar una inversión fallida.
Resulta inevitable hacer un poco de ciencia ficción y pensar en qué habría pasado en Alcoy si finalmente hubiese prosperado el hotel de la Font Roja. La experiencia vivida en Xorret de Catí nos señala que no sería descabellado pensar en un gran mamotreto vacío y arruinado en el mismísimo corazón del parque natural del Carrascal. Las profecías de aquellos que anunciaban la llegada masiva de turistas a un hotel ejemplar y sostenible han quedado radicalmente desmentidas por la realidad. La industria turística es un mundo complicado en el que los aficionados suelen estrellarse y en el que conviene tener en cuenta las opiniones de los profesionales.
La masiva movilización ciudadana contra el hotel de Font Roja impidió que se produjera un daño irreversible en nuestro más amado paraje natural. Ahora, viendo la situación vivida en Castalla, sólo cabe felicitarse por que en aquella ocasión el balón nos pasara rozando el larguero.