Perdemos todos
La Columna - (miércoles, 16 de octubre de 2019)
Continúan las protestas en Cataluña tras la sentencia del procés, cuyas páginas hoy seguimos digiriendo. Leemos a varios analistas hacer una lectura jurídica del conflicto.
Se abren múltiples debates en torno a la proporcionalidad de las penas impuestas a los líderes independentistas. Lo cual parece razonable si tenemos en cuenta que la resolución del tribunal es la última notable novedad de esta amarga travesía. Sin embargo, la lectura que, a mi juicio, es más oportuna es la política, tras comprobar que un asunto de tal calado no se puede sellar a golpe de sentencia. Se vuelve a corroborar que el problema del procés deben resolverlo no nuestros jueces sino nuestros políticos.
Aquellos que deben recordar que representan a una pluralidad de ideologías, que deben atender las preocupaciones de unos ciudadanos, a quienes encomendamos la misión de resolver problemas. En ese sentido, la sentencia –ya lo estamos viendo– no sirve para zanjar el conflicto. El fallo del tribunal no logrará apagar este incendiario clima, ni servirá para exhibir una mayor calidad democrática, ni contribuirá a proyectar con mayor nitidez una buena imagen al exterior.
El problema persiste, y lo más grave del asunto es que a pocos días de las próximas elecciones generales no se atisba una talla política capaz de lidiarlo con opciones de éxito. La visión extraordinariamente táctica, cortoplacista, el discurso de mensajes simples y ruidosos reproches de los líderes constitucionalistas no parecen llamar a la calma. Esta sentencia, en definitiva, seguirá sin cicatrizar este fracaso político colectivo. Un fracaso de Cataluña y de España. Perdemos todos.