Poder Judicial
La Columna - (martes, 08 de mayo de 2018)
Con el trasfondo de la crisis política de Catalunya han erigido una serie de polémicas sentencias que han puesto al descubierto a un sector de la judicatura impregnado de unas ideas que se acercan más bien a los sistemas autoritarios. Este grupo estaba escondido en sus cuarteles de invierno en las primeras décadas de la democracia. Pero con la excusa del órdago independentista y azuzados por una legislación permitida por las mayorías conservadoras, parece que se han soltado las cadenas y no tienen miramientos a la hora de dictar resoluciones que en cualquier otro país de la Unión Europea serían vistas como un ataque a la libertad de expresión. Penas de cárcel a un rapero por insultos a la corona sientan un peligroso precedente. También lo sienta el proceso judicial contra los dirigentes catalanes.
Es obvio que el anterior Govern catalán actuó al margen de la ley y, por ende, de la democracia, pero por un lado, no llegó a consumar el supuesto delito de rebelión que se le imputa porque la independencia no se materializó ni hubo violencia, y por otro, un movimiento con un apoyo de dos millones de personas se tenía y se tiene que resolver por vías políticas.
El culmen de los despropósitos judiciales ha llegado con la sentencia sobre el conocido grupo de La Manada. Aparte de ser cuestionable la pena por abusos en vez de por violación, lo que ha generado una ola de indignación ha sido el voto particular de uno de los tres jueces, que aparte de pedir la liberación de los acusados, emitió unos juicios de valor sobre la víctima que uno no se atreve a calificar en esta columna por temor, visto lo visto, a que haya consecuencias judiciales.
No es cuestión de poner en duda la independencia del poder judicial. También hay que valorar la actuación de algunos jueces contra desahucios y la corrupción, pero asusta que los magistrados que fueron paladines contra la corrupción hayan quedado arrinconados frente a otro grupúsculo que se siente más cómodo metiendo a músicos en la cárcel, pidiendo la libertad para la Manada o abusando de la prisión preventiva en Catalunya. La política, gracias a los votos de la gente, se puede cambiar, y esta puede modificar las leyes, pero ¿quién corrige los errores de la judicatura?