Polarización política
La Columna - (lunes, 17 de diciembre de 2018)
Miquel Roca, exdirigente de la antigua Convergencia de Catalunya y redactor de la Constitución Española, afirmaba en una comparecencia que la democracia va ligada al pacto. Y, en mi opinión, es un pensamiento muy acertado; sin unos mínimos consensos es complicada su viabilidad. Estas palabras resuenan para el que habla con fuerza en un momento actual donde la polarización se abre camino en una senda cuyo final es impredecible. Vemos con preocupación cómo surge una fuerza ultraderechista como Vox con un mensaje aderazado de xenofobia, odio e intolerancia. Vemos cómo Ciudadanos, con un millón de votos en Catalunya, es recibido en pueblos de esta autonomía con insultos. Escuchamos al propio Ciudadanos y al Partido Popular lanzar soflamas de odio contra el independentismo. Asistimos en el Congreso al bochornoso cruce de descalificaciones entre Ciudadanos y Esquerra Republicana; uno acusa al otro de golpista y el otro de fascista. Al mismo tiempo, el independentismo se enroca e insiste en separarse de España con la vía unilateral pese a no contar con la mayoría suficiente. Uno no está de acuerdo en calificar el 1 de octubre de golpe de Estado, pero sí considera que fue una acción totalmente antidemocrática. Esta vía intentó imponer la independencia con un referéndum convocado solo por una parte del arco político, sin unas mínimas garantías, y sin las mayorías que exige su Estatut o la Constitución. Solo ha servido para partir a la sociedad catalana en dos mitades y en polarizar el país. Vox ya está ahí y parece que se queda un tiempo. Los polos opuestos se postulan como antídotos del fascismo o del radicalismo, pero consiguen el efecto contrario; la brecha de la convivencia se agranda mientras las soluciones a los problemas reales de la gente quedan relegados en los debates absurdos de naciones, banderas y lazos. Volviendo al principio de esta columna; la democracia es pacto o es otra cosa.