Posverdad
La Columna - (miércoles, 06 de septiembre de 2017)
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En los últimos tiempos asistimos a una expansión de la posverdad, un fenómeno en el debate político que alienta las emociones con medias
verdades o mentiras. Con una sociedad cada vez más polarizada, hemos visto como tras los atentados de Barcelona las víctimas han quedado
olvidadas por una triste pugna política que con medias verdades azuza a los incondicionales de cada bando. Han buscado culpables de los actos
terroristas en el debate territorial cuando estos mismos no se han podido evitar en países de la talla del Reino Unido o Francia. Las redes sociales se han convertido en un caldo de cultivo de las pasiones más exarcerbadas y sirven para propagar las posiciones más fanatizadas. Catalunya es el centro de la posverdad.
Las medias verdades espolean el llamado "Procés", especialmente en un sector independentista que es quien lo promueve, vendiendo que una España centralista oprime a una de las comunidades más ricas del estado y que tiene tal grado de autonomía que hasta cuenta con sus propias fuerzas policiales. En el otro lado, se escucha afirmar al presidente del Supremo que el Estado de Derecho no se fundamenta en la
democracia sino en la unidad indisoluble de España, o se trata al catalán como una lengua de segunda. En este escenario, las voces ponderadas son
tildadas de equidistantes y se silencian.
O se es independentista o españolista, dicen. Que lejos quedan aquellos tiempos en los que un tal Maragall sostenía que lo que es bó para Barcelona es bó para Catalunya y para España. Las voces más frentistas de ambos lados a lo mejor no callaban pero sus ideas las expresaban en un bar y no las amplificaban en la red.