Síndrome 'Sálvame'
La Columna - (miércoles, 08 de noviembre de 2017)
En la última visita a Alcoi sorprendido la existencia de banderas españolas en algunas balconadas del centro de la ciudad, eran pocas, pero ahí estaban en puntos señalados. No extraña o no molesta lo que representa esta bandera, pero a uno el vino la enésima duda existencial sobre los acontecimientos que marcan la actualidad, y visto lo cual es obvio que la polarización ha tomado el debate.
Es una especie de síndrome de Sálvame, en el que predominan los gritos, los posicionamientos encarnizados, las independencias unilaterales o los jaleos de por ellos en las sin sentido partidas de las fuerzas del estado a Catalunya. En estas circunstancias un ejercicio de sereno debate se complica con quién ya no piensa como tú. No hay grises, no hay matices. Se exige la defensa de la entrada en prisión del exgobierno catalán si está a la vez en contra a la vez la independencia. Los diálogos se producen en colectivos de una misma ideología negándose la entrada a puntos intermedios. Las voces mixtas no se quieren escuchar.
Y en este ambiente, la distancia en una sociedad madura y educada se agranda. En Catalunya una parte importante cree que la España diversa es una entelequia, a veces no le falta razón cuando se defienden cargas policiales a grupos de gente pacífica, pero la riqueza territorial persiste pese a que las apariencias digan lo contrario. Sólo hay que atender las opiniones situadas en medio y no dejarse rendir por los extremos y las posiciones que no ven más allá de su verdad. Escuchar al otro y dudar es básico para llegar a consensos. El diálogo nunca sobra, en cuestiones de política ajenas a la corrupción o la malversación lo que sobra es el derecho penal. Y sobre todo las banderas sobran si se utilizan como armas arrojadizas, la patria sirve para unir o no sirve.